Un profundo resplandor retumba debajo de cientos de kilómetros de escombros alrededor de los féretros.
¡Bum! ¡Bum! ¡Bum! Se escucha con ritmo constante, en los oídos de quienes se encuentran.
¡Bum! ¡Bum! ¡Bum!...
Los curas salen de sus templos promulgando la leyenda de que solo ellos pueden absolver a los caídos.
¡Bum! ¡Bum! ¡Bum! Sin clemencia golpea cada vez más fuerte.
Era una pequeña ciudad, de doscientos mil exitosos habitantes, a quienes lo único que les importaba era la prosperidad.
Prosperidad que ahora reclama la Pacha.
¡Boom! ¡Boom! La reclama
¡Bum! ¡Bum! ¡Bum!...
El sol se ha desvanecido y, cada vez el lugar se pone más tenue y lóbrego.
¡Hoy es día de los muertos! y sus llantos se escuchan como aullidos, por sobre todos aquellos que todavía tienen sus corazones funcionando a tientas.
Aúllan a la luna.
¡Aquella que ahora no los ve!
Los sacerdotes que inducían a la calma y bendecían lo profano, han subido al altar y degollándose intentan evitar el castigo de los cuerpos que manan, hijos de la luna.
La gente cree con intenso miedo que sus dioses los están castigando mientras escuchan nerviosamente los aullidos con el retumbar de la Pacha, que reclama lo que le pertenece.
¡Bum! ¡Bum! ¡Bum!
Los muertos y el incesante palpitar, invocan la melodía del fuego eterno, que está en el centro, donde todo comienza.
¡Hoy es día de los muertos!... repite sin cesar la Pacha.
¡Hoy es día de los muertos!...
¡Bum!... ¡Bum!... ¡Buuuuuuuuuum!...
Autor
Andrés Herrera
Integrante de los Talleres Literarios de la Casa de la Cultura Ecuatoriana "Benjamín Carrión"
Quito - 2009
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