¿Qué es aquello que viene del oeste arrasando todo?
¿Y quiénes son estos que marchan firmes y extraviados?
Traemos el mensaje que los ricos han enviado
Abatiendo a los condenados a despertar y saber.
No uno, ni siquiera uno o un millar deben morir,
Pero todos y cada uno si oscurecen el día.
Les preguntamos por la vida de arduo trabajo,
Se nos ordenó aguardar el momento por nuestro pan;
Ansiamos expresar nuestros humildes pensamientos,
Regresamos sin palabras, trayendo a nuestros muertos.
No uno, ni siquiera uno o un millar deben morir,
Pero todos y cada uno si oscurecen el día.
Ellos no aprenden; no tienen oídos para escuchar.
Ellos esconden el rostro ante los ojos del destino;
Sus salones brillantes esconden el cielo que oscurece.
¡Pero observa a este hombre muerto golpear las puertas!
No uno, ni siquiera uno o un millar deben morir,
Pero todos y cada uno si oscurecen el día.
Aquí se encuentra la señal que quebrará nuestra prisión;
En medio de la tormenta él ganó el reposo presidiario;
Pero en el amanecer el sol surgió entre las nubes
Trayéndonos un día de trabajo lleno de esperanzas.
No uno, ni siquiera uno o un millar deben morir,
Pero todos y cada uno si oscurecen el día.
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