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4 de abril de 2020

Joaquín Gallegos Lara

El hombre

Retrato al carbón de Joaquín Gallegos Lara,
realizado por Alfredo Palacio.

Joaquín Gallegos Lara, autor de esta novela, nació en Guayaquil en 1911 y murió en la misma ciudad en 1947. En lapso tan corto de existencia se despliega una serie de sucesos históricos de importancia colosal que, seguramente, fueron el rico caldo de cultivo no sólo para su devenir de novelista, sino- y lo que le robó gran parte de su generosa y apasionada existencia- para su labor de militante comunista revolucionario y firme defensor de la clase obrera.

En efecto, un poco lejos del final anómalo de los poetas decapitados y cerca de la Primera Guerra Mundial (1914) se inicia la vida del escritor, quien, en su infancia, atenderá, un tanto confuso y talvez esperanzado, a los acontecimientos-aunque lejanos, pero no menos vívidos- de la más grande revolución en la historia humana: la revolución rusa de Octubre de 1917 que tuvo repercusiones mundiales y cuya onda expansiva y problemas sociales conmocionan hasta el momento. Mucho más cerca de su circunstancia cotidiana estuvieron los sangrientos sucesos  de enero de 1912 que culminaron con el arrastre del General Eloy Alfaro , sus hermanos y conmilitones y el posterior levantamiento guerrillero del Coronel Carlos Concha en Esmeraldas para vengar la muerte del Viejo Luchador e intentar la continuación de la, en ese entonces, heroica revolución burguesa liberal. De hecho, uno de los capítulos de su novela (El primer viaje de Alfredo Baldeón), se refiere a estos magnos eventos.

No menos decisivos fueron los años 1925-27 en los cuales se desarrolla la Revolución Juliana, se fundan los partidos Socialista y Comunista en el país, bajo la zigzagueante política llamada de Bolchevización de Stalin en Rusia. De igual manera, la consolidación del modo de producción capitalista con el surgimiento de sindicatos y gremios obreros en la década del 20, cuya cuota inicial lo entregaron los trabajadores en la tenebrosa masacre del 15 de noviembre de 1922, fueron el fulminante material e ideológico que llevó a muchos intelectuales- como el caso de Gallegos o Gil Gilbert, Aguilera Malta  o José de la Cuadra- a integrarse en las filas de estos partidos que- de alguna forma, -aunque distorsionada- constituían la continuación del legado revolucionario de Lenin y Trotsky.


En el caso de Gallegos Lara, la nefanda carnicería de 1922 le sirve también para asentar- como constancia histórica- sobre todo en el capítulo X de su novela- estos trágicos sucesos que de manera casi testimonial constituyen la columna vertebral de su narración.

Como acucioso autodidacta, Gallegos Lara- igual que sus colegas intelectuales y políticos- no pudo pasar desapercibido a los acaecimientos de la Revolución Española, de la Guerra de los 4 Días en el Ecuador, de los infames Juicios de Moscú, en la década del 30 del siglo XX, así como de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra del Perú y Ecuador y la Revolución denominada La Gloriosa en el país, en la década del 40. Todo este escenario histórico es de extrema importancia recordarlo para entender el por qué de las preocupaciones literarias y políticas de Gallegos Lara y el por qué del surgimiento de una literatura robusta y revolucionaria también, que hasta ahora no ha sido superada en el Ecuador. De hecho, así como la Revolución Francesa generó el romanticismo, de igual manera, la Revolución Socialista de Octubre prohijó el denominado Realismo Social. Una revolución en esencia es la transformación de todo, desde el modo de producción hasta el lenguaje, el pensamiento y la literatura.

Pero es evidente que la base histórica sin hombres estudiosos y trabajadores que la entiendan y hagan su labor, no significa nada. Gallegos Lara fue un hombre que leyó mucho y trató de absorber todas las literaturas del mundo, y muchas de ellas- como la francesa, las asimilaba del idioma original. Cumplía de esta manera lo que los maestros del marxismo siempre han afirmado: la cultura proletaria sólo puede surgir de una revolución social que al mismo tiempo, en su élite intelectual, pueda entender y asimilar todas las otras culturas, incluida la cultura burguesa.

Por su condición económico-social; por su carácter de minusválido, pues, por malformación genética, carecía de extremidades inferiores; por su dedicada entrega a su labor de autodidacta de las letras y la política y por su intransigente defensa de la clase obrera, Gallegos Lara es un ejemplo viviente de artista e intelectual orgánico al servicio de los desposeídos.

A los inicios de la década del 30, Gallegos Lara saca a luz, junto con Enrique Gil Gilbert y Demetrio Aguilera Malta, el libro Los que se van, una obra cuyo subtítulo  Cuentos del cholo y del montubio ya anuncia la esencia temática y la preocupación central de los jóvenes narradores. Con este libro se inicia un movimiento llamado Grupo de Guayaquil en el mismo que luego se incluirán José de la Cuadra y Alfredo Pareja Diezcanseco. Todos reconocerán en Gallegos Lara al más maduro y abanderado del grupo que representará la más alta expresión de la literatura ecuatoriana en la década del 30.

El autor sólo publicó en vida sus cuentos incluidos en Los Que se Van ( 1930) y su novela Las Cruces sobre el Agua salió a circulación un año antes de su muerte. Según José de la Cuadra, Gallegos Lara tenía escrita una novela de la época de la crisis del cacao, llamada La Bruja así como una sobre Los Guandos, los humildes estibadores indígenas y mestizos andinos. En 1956 la Casa de la Cultura Matriz publicó su ensayo Biografía del Pueblo Indio.

Colaboración especial para Efecto Alquimia de Fabián Núñez Baquero.
04-04-2020

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