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27 de agosto de 2013

Ignacio Lasso

(Quito, 1911-1943)

Dormido en tus largos cabellos, 
golpeando tus sienes desamparadas, 
angustiado ya de no poder angustiarme 
con los dientes desesperados
he mordido la calma hasta suspirar.

De: Vigía 

Camille Corot 1861 Realismo Museo de Bellas Artes. Houston


Ignacio Lasso (Quito, 1911-1943). A pesar de sus incursiones, rotundas, valientes, de alto valor poético, por las barricadas revolucionarias, Lasso es nuestro caso más significado del poeta americano de mente y sensibilidad europeas. Su sitio estaría en la línea de los poetas de CONTEMPORÁNEOS y de ULISES, de México. Su predilección expresa y su acercamiento a Jaime Torres Bodet, lo clarifican y fijan en esa posición. Es transparente, claro, perfecto de técnica. 

Integró junto con J. Alfredo Llerena, Humberto Vacas, Jorge Fernández, entre otros el grupo Élan, también es uno de los directores de la Revista América de Quito.

Obras

ESCAFANDRA. Poemas. Quito, 1934. Director y fundador de ELAN.  Ensayo y poesía (Quito, 1957). Los de Elan y una voz grande (Guayaquil, s.f.); Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990).

Orfeo

¡Ya está podrida la miel de las rosas!

Podéis venir a ver este olfato del perfume en escombros, 
esta herida que deja escapar un trino lastimado en las alas 
y el naufragio inaudito de una gaviota partida por un rayo.
Al fondo del orgullo que sólo tú presientes 
ensancha un polipero la marea de insomnios. 
Y podéis venir a oír, cómo tenaz me busca la muerte, 
cómo me quiebra el vértigo el dolor de los ojos
y cómo ocupa el odio el cenit del deseo. 
Levantad sin pavor la persiana de músicas 
y ojalá no logre filtrarse esa nube 
condensada precisamente de lealtades:

Sería capaz de sacar al Invierno del frío del espejo 
desatando una lluvia importuna de lágrimas.
No hay que preguntar nada al silencio,
ni al latido, ni a la mirada hendida de soberbia. 
No hay que sufrir porque sufra la melodía
la caída de un ángel desde el último peldaño de la flauta. 
Porque ya nuestro sueño está de bruces
abandonado y solo,
sobre una geometría de rabia que han dibujado los estiletes de los tábanos 
y los dientes de la hiena rayada.
Algo que no es siquiera recuerdo,
un susurro indecible de venenos inertes, 
un tufo de destiempo embriagado,
un microbio de angustias sin fechas y sin nombre; 
he sorprendido cuando menos esperaba
en el declive de un rayo de luz ácida,
invirtiendo el orden logarítmico de mi propia exigencia 
cada día más exacta y cada día menos cálida.
Ya vuelvo a ti los ojos, Orfeo. 
Tú, puedes decirme sin palabras 
de qué melancolía se nutre esta dalia incomprensible 
marchitándose el filo de la voz húmeda de bemoles. 
¡Oh Orfeo! ... Tú que subes a la tempestad desde una gota de agua... 
dispersa el ozono en el rencor del aire,
que no se deje ver en la mirada el grisú del olvido 
y el soplo de un otoño cruel en la memoria:
que el hielo ni el calor, se mezclen a_ la sangre
a la hora puntual en que descuelguen la luz las alondras
del alba.

1935.


Fuentes

Índice de la Poesía Ecuatoriana Contemporánea, Benjamín Carrión. 1937.

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