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11 de agosto de 2019

La angustia de las horas

Para aliviar las horas tristes
de mi callada soledad
me basta… saber que tú existes!
y me acompañas y me asistes
y me infundes serenidad.

De Para la angustia de las horas


Ernesto Noboa Caamaño, nació en la ciudad de Guayaquil, el 11 de agosto de 1889. Perteneció a una prestigiosa familia de intelectuales y políticos. A corta edad, luego de terminar sus estudios básicos, se traslada junto con su familia a Lima, en la que recibe una excelente educación. Al volver a Ecuador, se instalan en Quito, donde conoce y hace amistad con el también poeta Arturo Borja.

Fue uno de los principales representantes de la poesía modernista del Ecuador, su existencia estuvo marcada por un incurable sentimiento de frustración. Buscaba incansablemente la perfección parnasiana en sus versos y dejaba claro un permanente conflicto (En mi conciencia íntima no sé cuál es más fuerte, si el gesto de la vida o el gesto destructor). Sus contemporáneos dirían que sin duda, él fue fue más completo y el más formado de los poetas de su época.

«Los poemas de Noboa son confesiones alarmantes de un hastío que se enfrentaba con morosa delectación a la muerte. Trataba de aturdirse, de embriagarse; muchas veces encanallándose con el nepente*, que no le concede el olvido buscado con tanto afán».

Isaac J. Barrera

Sus primeros poemas aparecieron en periódicos y revistas, en especial en la revista Letras, creada por Isaac J. Barrera junto con un grupo de amigos en 1912, como órgano de difusión del movimiento modernista en Quito. Luego sus versos aparecen en revistas internacionales como Revista de América y Revista Cervantes.

Viajó a España, estableciéndose en Santander para investigar los orígenes de su familia y visitó Francia, la de sus admirados poetas, sobre todo la de su amado Verlaine, con el propósito de internarse en una clínica especializada, en la que le pondrían remedio a su mal, sin embargo, fue inútil, la recaída llegó a su regreso.

Ya en Quito, se sumiría más en la angustia, la inconformidad, el desencanto y la evasión, sentimientos comunes en varios poetas ecuatorianos de inicios del siglo XX. Para olvidarse de todo consumía alcohol y drogas como la morfina y el cloral. 

Amo todo lo extraño, amo todo lo exótico; 
lo equívoco y morboso, lo falso y lo anormal: 
tan sólo calmar pueden mis nervios de neurótico 
la ampolla de morfina y el frasco de cloral.

de Ergo Sum

Había perdido a Arturo Borja, su entrañable amigo y seguramente ya sin él en las frecuentes tertulias literarias, sin poder brindar con la caña y el ajenjo, su soledad de hizo aún más profunda. En noviembre de 1919 participa como jurado en una iniciativa de diario El Comercio, acogida por la revista Caricatura para completar el poema C. Chaminade que Borja había dejado inconcluso.

Sólo he quedado en el sendero, hermano; 
tú, abandonaste el duro cautiverio 
por descorrer el velo de lo arcano, 
sediento de infinito y de misterio.

De A Arturo Borja

Colofón de Romanza de las Horas (1922)

En 1922 se publican 38 ejemplares de lujo de Romanza de las horas en las que se encuentran poemas de inigualable belleza como Para la angustia de las horas, Envío, Anhelo, Hastío, Emoción Vesperal, Ergo Sum, entre otros. Esta obra fue, según se cuenta, prácticamente arrancada de las manos del escritor, su amigo Cristóbal de Gangotena y Jijón se había empeñado en publicarle. Al parecer, ninguno de los poetas quiteños (Borja, Noboa y Fierro), tenían deseos de notoriedad, es por eso que no se habían preocupado por recopilar sus poemas, ni por publicarlos.

Entre el alcohol y las drogas, cada vez más lejano a su círculo de amigos y a la esfera pública, encerrado en sí mismo, mientras trabajaba en un segundo volumen de poesías titulado La sombra de las alas, le llega la muerte en la ciudad de Quito, el 07 de diciembre 1927. El reservado de la mesa no. 8 del Café Central, se quedó sin los dos poetas que fueron líderes del movimiento modernista.  Los admirados e imitados. Poco a poco, el resto, se fue alejando - no de los versos - sí de la vida bohemia.


Ilustración de un personaje quiteño
publicado en la Revista Caricatura en 1919.

Años después, uno de los poemas publicados, primero en la revista Renacimiento, en julio de 1916 y más tarde en Romanza de las Horas; Emoción Vesperal, causaría una controversia, al acusarse al escritor ecuatoriano de plagio. Ya que en 1915, el poeta argentino Emilio Berisso, habría publicado bajo el nombre de «Spleen» un poema prácticamente igual al de Noboa Caamaño. Este capítulo de la historia de la literatura es desconocido, sin embargo, en su momento, autores de prestigio que conocieron al poeta, defendieron la originalidad de los versos.


En 1958 se publica La historia de un soneto (J. A. Falconí Villagómez y Abel Romeo Castillo), a partir de un artículo de Francisco Dibella, en el periódico La Prensa de Argentina en 1955, en el que se señalan las semejanzas de los poemas y el posible plagio por parte del autor ecuatoriano. En La historia de un soneto se presentan testimonios y posibles pruebas a favor de Noboa, como la copia del original escrita posiblemente en 1910, con dedicatoria «A Manuel Arteta, como a un hermano» y firmado E. N. C. Pasado el tiempo, no se ha logrado dar por finalizado este conflicto. Aún así, no solo el citado poema sino la obra completa de Ernesto Noboa Caamaño, lo coloca dentro de los mayores representantes no solo de su época, ni de los modernistas, sino de la literatura del país.

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* Bebida que los dioses usaban para curarse las heridas y los dolores y que además producía olvido.


Ximena Flores Venegas

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